domingo, 23 de octubre de 2011

CULTURALES

LOS TRES PEDOS DEL BURRO

Cuento

Por: Jesús María Marroquín López

Prosa. Era Nicolás, un muchacho que le temía al trabajo y un día cuando su Padre Alejandro le dijo: “Vas conmigo al corral y me ayudas al ordeño.” Nicolás le respondió: “No quiero ir.” ¿Sabes que al flojo lo castiga Dios? – Respondió Alejandro su Padre y se fue solo al ordeño. Alejandro salió hacia el corral y se dedicó al ordeño y aprovechó su tiempo en usar el valor de su mente para decirse allá en el alma: “Dios mío, ayúdame con este hijo que no me colabora en nada y si quiere vivir como un Príncipe en casa. Como él quiere no más que hacer su voluntad, déjalo, no quiero males para él, excepto lo que personalmente elija para sí.” Por su parte, Nicolás pensó: “Viajaré a tierras lejanas y probaré mi suerte, como sea. El joven salió de la casa sin hablar siquiera con Magnolia su Madre, echándose sus ropas al hombro y tomó un camino sin rumbo alguno. Horas más tarde, después del almuerzo al que no asistió Nicolás, Alejandro preguntó a Magnolia: ¿Qué se hizo Nicolás que no estuvo al almuerzo? No lo sé. –Respondió Magnolia. Los esposos se dirigieron hacia su recámara a descansar y los tomó el insomnio. Alejandro vivió en un intuito, la siguiente revelación: “Nicolás, acostado sobre una balsa, atraviesa un río.” Magnolia en una mirada del alma y estando despierta pero con sus ojos cerrados, ve a Nicolás, trepado en la rama de un árbol que está seco y con un machete en su mano, corta la rama sobre la que está sentado o que lo sostiene.” Después del descanso de los esposos y al despertar, intercambian los mensajes recibidos y sostienen el siguiente diálogo entre los dos: “Tengo el presentimiento de que Nicolás, haya huido de la casa Magnolia.” –Dijo Alejandro. “Pero por qué si nadie le ha pegado o hecho algún mal.” –Repuso Magnolia. “Esperemos ver, qué puede ser lo que ocurre con Nicolás.” – Repuso Alejandro. Nicolás ha caminado muchos kilómetros sin encontrar nada que le satisfaga, mientras lo ahoga la sed y ha sentido mucha hambre, con su cuerpo sudoso y cansado. Llegó a las orillas de un río, tomó agua y se echó un baño; luego, se acostó sobre las arenas de la playa y pronto lo dominó un largo éxtasis con la siguiente revelación: “Aparece arriando un burro que carga leñas en sus lomos.” Nicolás se atrevió a cruzar el rió a nado y sin perder el camino, siguió su peligrosa aventura. Ya lejos y considerando no poder soportar por más tiempo el hambre que le amenaza muerte, al divisar una Hacienda, se dirige a ella. La casa de la Haciendadista muchos kilómetros de distancia y debe resistir un sol inclemente que siente en sus espaldas como si le quemaran llamas de candela y lo devora la sed, en una llanura totalmente destapada sin la lucidez de la vegetación por que se trata nada más y nada menos, que los pastaderos del ganado donde molesta la presencia de un solo árbol. Nicolás no echó mano siquiera del sombrero por lo que debe colocarse las manos sobre la cabeza y tratar de protegerse del sol y tratar por todos los medios de aligerar sus pasos. Frente al tormentoso día que lo humilla con el incesante calor, el calor, se dedica a pensar: ¿Cómo es que yo pasando tan buena vida en casa con mis Padres, sin recibir castigos por mis rebeldías, no obedezco a mi Padre que con tan buen genio me invita a que le colabore en sus oficios a lo que siempre me niego, resuelvo tirarme a la aventura de sufrir esta clase de odiseas y calamidades? Sigue pensando Nicolás: “Volverme, me da pena; además, la culpa es mía y como hombre, debo resistir los problemas de la vida.” – Ha dicho el joven en la reconditez de su alma. Nicolás sigue su trocha hasta llegar a la casa de la hacienda. Allí, siendo en promedio las dos de la tarde, en veloz carrera, sale a su encuentro. “Trozky.” Se trata de un perro pastor alemán que con sólo el latido puede matar a una persona. Pero, con sólo escuchar la estampida del Mascota, Heliodoro, el administrador de la hacienda, llama: ¡Trozky! El perro inmediatamente se detiene en su carrera a muy poca distancia de Nicolás que cae al suelo muerto por el miedo. Heliodoro corre y presta auxilio a Nicolás y le pregunta: ¿A quién buscas? “Ando en busca de trabajo.” -Responde Nicolás. Dice Heliodoro: “Sigue que ya te llamo a Tomás, el patrón.” Y de paso, con la mano abierta acaricia a Trozky, diciéndole: “Tranquilo Trozky, no te metas en problemas.” Heliodoro entra a la sala y llama: “Patrón Tomás, un señor que no conozco, le necesita.” “Dile que ya salgo.” -Repuso Tomás. Tomás sale y frente a Nicolás, pregunta: ¿Quién eres? “Me llamo Nicolás.” Respondió el joven. ¿Para qué me necesitas? –Preguntó Tomás. “Necesito trabajo señor.” Respondió el joven. ¿Y tú, qué sabes hacer? Preguntó Tomás.

Replica Nicolás: “No… No sé hacer nada.” ¡Y cómo vas a trabajar si no sabes hacer nada? -Dijo Tomás. “No se, pero tengo hambre.” Repuso Nicolás. “Camina comes algo.” -Dice Tomás. En la mesa y mientras le sirven a Nicolás, Tomás le interroga: ¡Qué pudieras hacer para solucionar tu situación y no morir de hambre Nicolás? El joven Nicolás deja verter unas lágrimas que corren por su rostro. Al ver el rostro entristecido del muchacho, a Tomás le duele en el alma y se le hiere el corazón y se agacha sobre la mesa mientras que a Consuelo su esposa, se le parte el alma y se deprime en llanto. –Insiste Tomás: ¿Qué puedes hacer Nicolás? Y agrega: Aquí y por el momento, sólo me queda el trabajo de cargar leña en un burro, para lo que yo mismo te indicaría el camino. -Y agrega Tomás:”Si quieres, descansa hoy y duermes esta noche en la Hacienda y mañana temprano, te enseñaré el camino, yendo con el burro al bosque de donde se trae la leña.” “Sí patrón.” -Responde Nicolás. Con buena comida Nicolás duerme en la habitación del forastero en la casa de la Hacienda y recibe la siguiente revelación: “Navegando acostado en un Barco y las aguas se tratan de convulsionar por momentos pero no suben mucho las olas y él va muy tranquilo por el río aguas abajo.” Son las seis de la mañana del día siguiente y Nicolás despierta, asomándose y cuidadosamente del Can para no ser su presa de un momento a otro y para lo que se vale de Heliodoro. Este por su parte está acorde con Nicolás y como el perro es educado, pronto se hace su amigo. Consuelo ordena a la sirvienta Hacky, servir el desayuno a Nicolás y esta le llama a la mesa. Mientras el joven Nicolás desayuna, Tomás dice a Heliodoro: “Ponle el aparejo a “Chicorito”, que voy al monte con Nicolás, que va a cortar la leña para la cocina.” “Sí señor.” -Respondió Heliodoro. Acto seguido, Tomás echa por delante el Asno y se encaminan hacia el bosque que dista muchos kilómetros de la casa de la hacienda y deben cruzar travesías con cañadas secas que no son más que los vestigios de lo en el otrora, eran buenas fuentes de agua que regaban los terrenos de la Hacienda pero con el problema de la deforestación, acabó con la riqueza hídrica en la región que hoy se llora. Es que en un pastizal no puede haber un solo árbol por que impide el crecimiento de veinte o más matas de pasto.. En el camino, Tomás aprovecha para interrogar a Nicolás: “Dime Nicolás, de donde vienes y quiénes son tus padres, pues veo que perteneces a una familia que según tu semblante, no haz sido sufrido ni mal tratado.” “Mi Padre es igual que Usted de mozo y posee algunos bienes entre los que se cuenta algo de ganado de ordeño.” -Respondió Nicolás. ¿Y qué te obliga a someterte a esta clase de aventuras Nicolás? -Preguntó Tomás. “No sé patrón.” -Repuso el joven. Y agregó: “De pronto soy rebelde con mi familia y no colaboro en nada, lo que hace que mi Padre diga que soy flojo y eso no me gusta. Y si eres flojo y no colaboras en los oficios, ¿Cómo vas a trabajar conmigo Nicolás? “No lo sé, pero debo hacer algo para ganarme la vida sin tener que volver a casa por que me da pena.” –Fue la respuesta de Nicolás. Y agregó el joven Nicolás:. “Reconozco la total deslealtad con la que me he distinguido en casa con mi familia por lo que no pienso volver, así pase la peor vida fuera de casa.” “Si haz reconocido tus errores y ciertamente estás arrepentido de ello y me aseguras un buen comportamiento en la nueva familia que acabas de conocer, te aseguro que tendrás un porvenir nuevo y seguro.” –Ha dicho Tomás. Llegan a un pequeño río en el que sólo existe la posibilidad de paso por un sitio y fuera de allí, es peligrosa la cruzada por lo que Tomás advierte a Nicolás y este a su vez, entiende. Han cruzado el río sin ningún inconveniente y prosiguen hacia la zona en la que se encontrará la leña.. En el sitio, dice Tomás a Nicolás, señalando con su mano : “He aquí la madera seca para cortar y sacar la leña.” Nicolás desenfunda de la vaina el machete y comienza a cortar la leña. Pronto está lista y cargan el Asno, saliendo del lugar y es apenas lógico, a Nicolás se le han ampollado las manos; él se las observa a escondidas del patrón. Deben subir una fuerte pendiente y el burro comenzó a ventosearse y Nicolás lo observa. Sin novedad los hombres cruzan el río y regresan a la hacienda con la carga de leña. Nicolás se siente muy bien, excepto el problema de las manos. El joven al descuido y muy rápido, al observar un árbol de limón, corre hacia él y baja un limón, lo taja y se frota las manos con lo que desaparece el dolor y el fastidio. Han transcurrido tres días de labor constante de Nicolás en la hacienda sin que Nicolás tenga problemas en su trabajo. Al tercer día y en el sitio en el que se rebusca la leña, Nicolás subió a un árbol seco y se ubicó, sentado sobre la rama que estaba cortando con su machete. No pasó mucho rato en su labor cuando pasaron por el lugar dos hombres que desconocían la región; y, uno de ellos, al observar a Nicolás, le dijo: “Súbete a la rama contraria a la que estás cortando por que te vas a caer al momento que la rama caiga al suelo y peligras la muerte.” “No creo.” -Respondió Nicolás.” Y siguió cortando la rama. Los dos personajes se alejaron del lugar. No pasó mucho rato que la rama cayó con Nicolás sentado sobre ella, sufriendo algún ligero trauma. Nicolás se soba muy ligeramente y recordó lo que le había dicho el hombre aquel, y se dijo: “El señor que pasó, es adivino. Me voy a alcanzarlo para que me adivine la suerte.” El joven salió muy apresurado y en veloz carrera, pronto les dio alcance, diciendo al hombre: “Usted es adivino. Vengo a que me adivine la suerte.” El hombre se quedó mirando a Nicolás por un memento y después de analizar su terquedad, le dijo: “Usted va a morir a los tres pedos del burro.” Nicolás se volvió al lugar y recordaba que el burro se tiraba muchos pedos en la subida con la carga de leña. Cortó la leña y cargó al animal, saliendo rumbo hacia la hacienda. tan pronto como se dio comienzo al ascenso de la loma, el Asno se tiró un muy duro pedo. En el momento, pensó Nicolás: “Faltan solo dos pedos para morirme. Y Nicolás comenzó a afligirse de qué manera. Al momento, el burro dejó salir otro pedo mucho más duro que el primero. Nicolás dijo: “Sólo falta un pedo para yo morir.” Siguió detrás del burro que dejó salir el tercer pedo. Nicolás se dijo. “Estoy muerto.” Cayó al suelo haciéndose el muerto. El Asno siguió su camino, llegó a la hacienda sin el peón. Tomás dijo a Consuelo:”Nicolás no quiso seguir con el trabajo y mandó al burro con la leña. Nicolás seguía en el sitio haciéndose el muerto. Rato después pasaron por el lugar dos hombres que desconocían la región y se dieron la sorpresa de encontrar a un hombre tirado en el suelo en forma de muerto, que no se le sentía su respiración. Lo tocaban y no se movía ni respiraba, estaba muerto. Dijo uno de ellos. ¿Qué hacemos con este muerto? Atémoslo a una pasera y lo llevamos a alguna parte para que le den honrosa sepultura.” –Ha dicho el otro. Seguidamente, cortaron madera e hicieron una barbacoa y lo pusieron encima y se lo echaron al hombro saliendo por la misma huella del burro. Al llegar al río y sin conocer el paso, se arriesgaron el paso desventurado por la parte de abajo y pronto el agua le dio a Nicolás por las espaldas. Al sentirse mojado, el muerto gritó: ¡Cuando yo estaba vivo, el paso era más arriba! Con estas palabras, los dos hombres tiraron a Nicolás al río, diciendo: ¡Pal`carajo que los muertos no hablan!! Y Nicolás, “Se ahogó a los tres pedos del burro.”

Fin .

Sácale provecho a la luz del Alma: “Siempre que en un éxtasis recuerdes una aventura cualquiera, alégrate por que has tenido una revelación con la luz del Alma.” Alégrate por que es una riqueza que sólo la da Dios, es el principio de la videncia. No digas: “Anoche sufrí una pesadilla, etc. No seas negativo a la sabiduría”

AUTOR: JESUS MARIA MARROQUIN

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